LA DIVERSIDAD BAJO SOSPECHA
Reflexiones sobre los discursos de la diversidad y sus
implicancias educativas
Silvia Duschatzky*
Carlos Skliar**
¿,Será cierto que "todo lo sólido se desvanece en el aire"'? ¿Será cierto que nuevas retóricas son nuevos discursos, otros modos de nombrar? ¿,Que por ejemplo el llamado a la tolerancia viene a quebrar una historia construida sobre la violencia hacia el otro? ¿Que el multiculturalismo supone un diálogo entre las diferencias, una convivencia apacible, armónica, la desintegración de los conflictos en la cultura?
Este artículo se propone poner en suspenso ciertas retóricas sobre la diversidad y sugerir que se trata, en ocasiones, de palabras blandas, eufemismos que tranquilizan nuestras conciencias o levantan la ilusión de que asistimos a profundas transformaciones culturales simplemente porque nos arropamos con palabras de moda.
La cuestión es interrogarnos sobre nuestras representaciones acerca de la alteridad, los estereotipos que nos convierten en aliados de ciertos discursos y prácticas culturales tan políticamente correctas como sensiblemente confusas.
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Cuando los medios nos recuerdan los "holocaustos", las dictaduras o interrumpen nuestra tranquilidad hogareña con los "fantasmas" que retornan recordándonos que el nazismo o neo nazismo no terminó con la muerte de Hitler, nos horrorizamos y, por qué no, activamos una memoria muchas veces adormecida en un mundo empapado de pragmatismo. No es poca cosa. Sin embargo nos preguntamos ¿cómo es posible que los tiempos actuales alberguen sin conflicto, discursos y prácticas, en apariencia, opuestos? ¿Cómo explicar que personajes como Haider convivan con la proliferación de discursos que reivindican la diversidad?
No seríamos justos si creyésemos que el odio al extranjero es igual a la tolerancia o que la aceptación del multiculturalismo es igual a dividir el mundo humano en culturas legítimas por un lado y bárbaras por el otro. Pero tampoco estaríamos en lo cierto si equiparáramos el sentido de las diferencias con las leves pluralidades, las ligeras diversidades que apenas si cuestionan la hegemonía de la normalidad.
¿,Estamos en condiciones de afirmar que ciertos deslizamientos retóricos son en realidad una revuelta del lenguaje etnocéntrico? ¿Que el a llamado multiculturalista o la proclama a la tolerancia hablan de un
abandono de posiciones monológicas?
Intentaremos recorrer las distintas formas en que los discursos sobre la diversidad han tenido lugar en el pensamiento moderno y aún posmoderno y lo haremos intentando pensar sus correlatos en el sistema educativo.
Presentamos tres formas en que la diversidad ha sido enunciada, configurando los imaginarios sociales sobre la alteridad: "el otro como fuente de todo mal", "el otro como sujeto pleno de un grupo cultural", "e1 otro como alguien a tolerar".
En educación este mito constituyó el pilar fundacional. Sarmiento creyó que era la barbarie el origen del drama argentino. Así las acciones llevadas a cabo fueron desde la eliminación física de gauchos y aborígenes hasta la constitución de sujetos civilizados. A partir de aquí el sistema educativo se pobló de oposiciones binarias, colocando de un lado lo deseable, lo legítimo y del otro lo ilegítimo.
La promesa educativa pretendió eliminar lo negativo, reencauzándolo: despojando de palabra al chico conflictivo, al "mal" alumno, al "mal" hablado, devaluando el lenguaje no oficial, rechazando estilos de vida diferentes, desautorizando la duda, juzgando de irrespetuoso al que cuestiona la autoridad, etc. etc.
En la educación "el otro como fuente de todo mal" asumió distintas formas, expresamente violentas o subrepticiamente excluyentes, pero todas implicaron un intento por descartar el componente negativo, lo no idéntico en palabras de Adorno. Así, el sentido común se tornó indeseable frente al pensamiento elaborado, la metáfora, sólo artificio del lenguaje frente a la rigurosidad explicativa de la deducción, la emoción devaluada frente a la razón, la emoción reprimida frente al decoro de las formas correctas de comunicación, la estética mera apariencia frente a la solidez certera de la racionalidad, la sexualidad pecaminosa frente a la mirada juiciosa de la moral.
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